Por Jarlen Espinosa.
Santo Domingo Norte, RD. – Cuando un centro de salud sobrepasa una inverción de RD$2800 millones de pesos, como es el caso del Hospital General y de Especialidades Doctor Mario Tolentino Dipp, lo menos que los usuarios esperan, es encontrarse un ambiente adecuado, un funcionamiento eficiente y un personal que tenga vocación de servicio, parte de lo que no encontré el pasado domingo tras ir al referido centro.
El pasado domingo 20 de abril pasadas las 7:00 am saludé vía whatsapp a mi madre, como de costumbre, quería saber qué tal había amanecido, puesto que, tenía esa «gripe mala» que nos hace sentir dolores hasta en los huesos.
Ella me confirmó que seguía aquejada, de hecho, me pidió la recogiera para ir al médico en busca de atenciones para contrarrestar la fiebre y el insoportable dolor de cabeza que tenía, la busqué.
Me había dicho que fuéramos a la «Maternidad de Los Mina» (Hospital Materno Infantil San Lorenzo de Los Mina), en Santo Domingo Este, mi vena de «municipalista», me hizo convencerla de ir al Hospital General y de Especialidades Doctor Mario Tolentino Dipp, en Santo Domingo Norte, sin saber lo que allí pasaría…
Pasadas las 8:00 am llegamos al Tolentino Dipp, mi madre fue a la ventanilla de la ARS, le entregaron un papel junto a una copia de su cédula para que lo colocara en un escritorio, en donde una joven lo recibía y sociualizaba con algunas médicos pasantes.
Nos sentamos en la sala de espera, media hora más tarde, dos de las pasantes le tomaron la presión a mi madre y le preguntaban sobre si el dolor de cabeza era punsante, etc…
Retornó a su haciento para esperar que la doctora de turno (no pasante) le atendiera, justo ahí se complicó el asunto…
Sucede que había una sola doctora (no pasante) que estaba chequeando a todos los pascientes que iban a emergencia.
Una sola doctora, un domingo, pero no cualquier domingo, sino, con el que culminaba la Semana Santa, es decir, el centro debió estar reforzado por lo ajetreado que pueden ser esos días, pero, no fue así.
Acariciando el pelo de mi madre intenté calmarle la desesperación en la que la tiene sumergida el intenso dolor de cabeza, mientras los minutos corrían…
El reloj marcaba las 9:37 de la mañana y todavía no llamaban a mi madre para atenderla…
Las 10:15 y nada…
En eso de las 10:20 pasan a un señor que llegó último que mi madre, y a las 10:45 a otro más…
Me acerqué a la puerta y pregunté si no era por orden de llegada, otros también se sumaron al reclamo, miembros de la seguridad del hospital se nos acercaron para decirnos que esperemos se nos llame, salió la doctora, diciéndo: «siéntense si quieren que les explique y que los atienda»…
«A ustedes se les paga para eso (para que atienda a lo pacientes)» refutó mi madre.
«Claro que no señora», afirmó la doctora.
«Por supuesto que sí», enfaticé yo.
De ahí en adelante empezó a explicar que los pacientes que pasaron tenían un cuadro de emergencia prioritaria, algo que entendimos, pero que nadie informó a los demás pacientes que tenían horas esperando ser atendidos.
Por la manera autoritaria en que la doctora hablaba, su altivez, puede percibir que se trataba de una militar de esas que se llevan el rango a todas partes y no se ubican en tiempo y espacio para saber que los demás no son sus subalternos y que deben ser tratados como personas, dentro del marco del respeto.
Periodista al fin quise grabar lo que diría la doctora, de inmediato uno de los seguridad me dice que no podía grabar, no presté resistencia, sin embargo, en fracciones de segundo ya tenía al caballero casi encima de mi.
No entendí su disposición de repreción si no presenté negativa alguna, al final no estaba allí como periodista sino como el hijo que quería que le atendieran a su madre, claro, los que me conocen saben que el periodista no hubises apagado la cámara de su celular.
Ante su accionar mi madre advirtió «cuidado» y comenzó a grabar, una mujer que estaba de seguridad de apellido Zayas le intentó quitar el celular, mi madre se lo arrebató.
La seguridad le dijo que no podía grabar a lo que mi madre preguntó…
«¿Dónde está el letrero que dice que no se puede grabar?», continuó grabando el momento, la manera, el tono y la forma con el que se manejó la unica doctora (no pasante) presente en el Tolentino Dipp.
Debo resaltar la amabilidad y el buen manejo que sí presentó el sargento Beltrán de la Policía Nacional, fue la excepción, demostro no ser un orangutan, con capacidad para tratar personas y escucharles.
Lo lindo del caso es que yo solo quería que me
atendieran a mi madre, y, demostrarle a ella que sí teníamos un hospital general en Santo Domingo Norte al que valía la pena ir, me equivoqué.